martes, 8 de marzo de 2011

DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER TRABAJADORA


   8 de Marzo Día Internacional de La Mujer Trabajadora

"PARA CADA MUJER UNA ROSA SIN ESPINAS, UNA VIDA LLENA DE FELICIDAD"

     Ella dormía de lado. Cara a la pared. Igual que niña. Y antes que niña. Sin apenas moverse. Como un volcán muerto. Como una piedra viva. Hasta que un dolor intruso y punzante en su pecho izquierdo expulsó a los sueños de las profundidades. Al principio confundió aquel daño inesperado con un toro blanco que emergía del mar para fecundarla y engendrar un monstruo. Luego creyó que le florecían acericos bajo las sábanas. Y después que una tormenta eléctrica le impactaba a un milímetro del corazón. Abrió los ojos. Asustada. Sudando. Se enfrentó al espejo. Desnuda. Con la yema del índice se presionó alrededor del pezón. Me duele. Abajo. Y activó sin quererlo una mina sin explotar. El oncólogo le dijo que era cáncer. Y que llegaba demasiado tarde para salvar el pecho, aunque justo a tiempo para conservar el resto de su cuerpo. Perdió peso. El pelo. Y el pecho. Pero no la luz de los ojos. Ni la sonrisa. Ni la esperanza. Ni la vida.  
     Si tuviéramos que hacer caso de la etimología convencional, a y mazon equivaldrían a mujer sin pecho. De ahí nace el falso mito de las guerreras que se amputaban un seno para que no le estorbara al tensar sus arcos. Nosotras preferimos creer a Robert Graves quien le atribuye origen armenio a la palabra amazona: “mujer luna”. Como Pasífae. La mujer que brilla. La mujer que engendró al minotauro. El animal más humano. Más incluso que muchos hombres que matan y golpean a sus mujeres luna. Como ella. Hoy se ha vuelto a mirar al espejo. Se acepta. Distinta. Asimétrica. Y se siente luna blanca en mitad del cielo negro. Amazona. Guerrera. Viva. Mujer.
     Milicias de mujeres luna se dejan la piel en las trincheras cotidianas para erradicar las secuelas que el cáncer de mama deja en otras mujeres luna. Y reclutan a más. Y más. Y más. Porque cada noche son más las que enferman y cada día más las que sanan. Son tantas que se han propuesto inundar de luces blancas el cielo negro que nos venden las cifras del desempleo y la cuenta corriente. Nada comparado con la vida. Qué hay más importante que el aliento para seguir amando al ser que más amas, sin esos tubos y cables y máquinas que cuentan cada sístole como si fuera el último.
     También son mujeres luna las emprendedoras que trabajan día y noche fuera de casa para volver a trabajar en casa cuando regresan agotadas. Y las mujeres luna con carrera que están protagonizando una segunda emigración en busca de empleo cualificado fuera de Andalucía. No es un problema que tengan otras comunidades. Ocurre aquí y aquí debemos encontrar solución. Nosotras que somos feministas y andalucistas hemos aprendido que los hombres y las mujeres no habitan en burbujas en el limbo, sino en un espacio y tiempo concretos. En culturas y estructuras políticas concretas. Y con problemas concretos que se resuelven con partidas presupuestarias y competencias jurídicas concretas. No es igual ser mujer jornalera en Andalucía que Ministra en Madrid. Ni parada en Sevilla que en Cazalla. De ahí que necesitemos mecanismos jurídicos y económicos netamente andaluces para solventar los problemas específicos de las mujeres de Andalucía.


     En verdad, todas las mujeres son mujeres luna. Todas somos mujeres luna. Y todas ellas, todas nosotras, como decía Adrienne Rich, “lo que necesitamos como mujeres no son expertos y expertas sobre nuestras vidas, sino la oportunidad de nombrar y describir las verdades de nuestras vidas tal como las hemos conocido”. Esta es nuestra verdad. Quieran los dioses o la ciencia que se extinga la especie de las mujeres luna porque ya no necesiten disparar más flechas. Y quieran los dioses y la ciencia que la luz femenina que irradian permanezca intacta sobre la tierra, para que las sombras del pesimismo inútil dejen de oscurecernos los ojos y de agriarnos la sonrisa. Porque nada hay comparado con la vida. Y la vida, como la tierra y la luna, como la paz y la esperanza, como la libertad, como Andalucía, tiene nombre de mujer.



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