martes, 26 de octubre de 2010

El deber de reflexionar

Pasamos por una época en la que, posiblemente, el no saber constituya un factor de protección para el estado de ánimo, porque cuando uno quiere conocer, lo más probable, es que se termine con una cierta dosis de malhumor, contrariedad, enfado y  preocupación. Tal como está el patio, no es para menos. Las economías europeas más fuertes se ven obligadas a planes de ajuste muy duros, lo que repercutirá en el resto de la UE y a España, en particular, se le exige mucho más. Con este panorama, no se tiran cohetes de alegría. Pero el estado de ánimo no es sólo una cuestión de datos, de economía pura y dura. Su negatividad no proviene sólo de las cifras, sino de que también hay sensación de tomadura de pelo, de falta de seriedad, de inmadurez, de rancio yuppismo trasnochado y de un sistema creado y regulado para unos pocos. 

Ayer los sindicatos llamaron a la huelga a los empleados públicos por la reducción media del 5% en los sueldos, porcentaje no real para muchos porque bastantes están por encima. En el caso de la enseñanza universitaria, el recorte es de 7,04% para los catedráticos de Universidad, de 7,56% para los titulares de Universidad y de 7,90% para los titulares de escuela universitaria -mayor en los que menos ganan-. A estas horas, mientras se escribe este artículo, no se sabe el resultado de la convocatoria, pero eso no es óbice para lo que sigue. Las expectativas no son muy altas, pero aparte de que sea un éxito o no, la realidad es que existe descontento con las centrales sindicales y una disminución de su capacidad de influencia social, y sobre esto han de reflexionar. Son totalmente necesarias para una democracia, pero su imagen se ha visto muy resentida.

No admitirlo sería engañarse. Entre otras cosas, se ha dicho que durante este tiempo han estado muy calladitas porque el Gobierno las tenía atrapadas. Por ejemplo, según publica Paloma Cervilla, la secretaria de Estado de Función Pública, Carmen Gomís, declaró que sólo del Ministerio de Administraciones Públicas, en 2009, los sindicatos recibieron unos 29.000.000 de euros para formación, la mitad de lo que recibieron todas las comunidades autónomas juntas, y que, por Real Decreto del Consejo de Ministros, UGT obtuvo 455.000 euros y CCOO, 330.000 euros. ¿Extraña así silencios y tipo de declaraciones? Sin ir más lejos, el pasado 1 de mayo, en el Día del Trabajo, las intervenciones en la Plaza de las Monjas de Huelva de los dirigentes provinciales de ambas organizaciones fueron paradigmáticas, sobre todo, la del de UGT: parecía que quien gobernaba el Estado era el ala más derechista del PP, sin ninguna mención ni al PSOE ni a Rodríguez Zapatero. Curioso, ¿verdad? Sea cual sea el número real de los que hayan hecho huelga, los sindicatos deben meditar profundamente, si quieren jugar el papel que les corresponde.

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